No concibo mi vida fuera de la influencia de la poesía. Primero como un asombro infantil por las palabras, luego como un lujo juvenil para tocar los cuerpos, mas tarde como una trinchera para soportar el miedo, y de ahí, a todos los otros estadios en que ella me ha acompañado: Como bocado para aguantar el hambre, como sombra para esconder la rabia, como armadura para vencer tormentas, como velero para emprender la huida, como faro para volver a mi mismo, como luz para encontrar el rastro, como lecho para acostar insomnios, como tibieza para vencer el frío. La poesía ha sido andamio y fortaleza. Justificación última para alcanzar el alfabeto, verdad relampagueante para aclarar los espejos de la duda. La poesía ha sido todo y parte. Parte, para acercarme al gran motivo de la existencia. Todo, para ver la vida de los otros en correspondencia vital con la propia existencia. La poesía ha sido ese animal mutante que he llevado dentro, que dejó de ser sonajero para dormir a los otros, para convertirse en hacha, en flor, en tumba y en ala. La poesía ha sido lumbre y desamparo, la hermosa cicatriz sobre un cuerpo en el viento.
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César Sánchez Beras
César Sánchez Beras
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César Sánchez Beras
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