Igual que
Aquiles, yo, fui bañado en la fuente,
para que
fuera inmune al dolor y a los años.
Me bendijo
la vida, y me dio la corriente
un escudo
invencible contra pasión y engaños.
Igual que
Aquiles, yo, pude elegir mi muerte,
morir viejo
en la patria, sin la gloria del hombre,
o salir a
buscar a otras tierras mi suerte,
y morir en
el alfa y eternizar mi nombre.
Igual que
Aquiles, yo corrí tras la alborada
renunciando
al amor y esgrimiendo la espada,
desafiando
el peligro abrazado a la parca.
Igual que
Aquiles, yo, quise entrar a la historia,
comprando
con mi sangre un sitio en la memoria,
sin tener
las monedas para pagar la barca.
© César Sánchez Beras
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