Pon una cruz
de olvido esta noche en tu puerta,
márcala con
la angustia nacida de mi pecho,
y pasará la
muerte y no verá mis huellas
invocará mi nombre y yo estaré en el sueño.
Pon una cruz
de espera esta noche en tu puerta
y no podrá
la parca acostarse en tu lecho,
y extenderá
sus uñas y afilará sus fauces,
pero tú
estarás a salvo debajo de mi peso.
Y veremos la
muerte arrebatar impune
las pasiones
cobardes, los amores dormidos
cuerpos
abandonados cual si fueran veleros.
Y no podrá
su sombra acercarse a nosotros
tú marcando
la puerta comiendo de mis manos
yo marcando
la puerta bebiendo de tus senos.
© César Sánchez Beras
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