Extraño el ruido seco de tus ojos ansiosos,
hurgándome las penas en medio de las horas.
Extraño el ruido tenue de tus manos nocturnas,
descifrando la ruta de mis muertes primeras.
Ese sonido rancio de tus pasos cansados,
conversando en voz baja con mi antigua escalera.
Lo extravié con los nuevos sonidos del hastío,
con el ruido insensato del que ya nada espera.
El ruido de tu boca naciendo de mi boca,
el ruido de tus dedos cruzando mi costado,
el ruido de tu miedo abrazado a mi miedo...
Extraño esos ruidos con que tu amor se viste,
tu lengua de campana repicando en mis ansias,
el ruido de tus pasos saliendo de mi sueño.
©César Sánchez Beras
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