Tú llegabas sin rostro
corriendo de espaldas hacia un abismo
detenida en un reloj que te nombraba
llegabas con el viento
demiurgo de la ausencia que me busca
profeta de la luz conjuro y símbolo
arúspice profano que me besa
en cada tañido de campanas
tu llegabas cantando el himno del regreso
otro era el que ataba tu cintura
era otra la muerte
el cadalso era un espejo azul era la espada
con la que tu vencías los tiempos soberanos
tú llegabas derritiendo fantasías
arrodillando sombras destituyendo dioses
tus manos transpiraban sinfonías
por eso te recuerdo cuando llueve
el verso estaba cayendo de la luz
había un cuento de Borges en tus ojos
la boca era un resquicio cristalizando llamas.
© César Sánchez Beras
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